Ya han llegado mis vacaciones. Creo que hace al menos unos 20 meses que no disfruto de un tiempo largo de relax, de paz, de calma "intelectual" y fuera de agobios. Me va a venir muy bien este tiempo para estar con mi familia, para hacer muchas cosas que quiero hacer, para estar a gusto conmigo mismo.
Una cosa que siempre me ha gustado hacer al acabar los cursos, es pararme a reflexionar sobre lo que ha sido mi año. Pararme a valorar cómo he ido evolucionando, en qué me he ido convirtiendo, qué rumbo le estoy dando a mi vida, a mi persona, a lo que soy. Es un buen momento para hacer balance de lo que me gusta de mi mismo, de lo que no me gusta, de lo que quiero mejorar, de lo que tengo que sentirme orgulloso. Es un buen momento para "darme cuenta" de ciertos detalles que se me hayan podido escapar a lo largo del curso, un buen momento para ver "más allá" de las cosas y tratar de descifrar el mensaje y el aprendizaje a cada detalle.
Un hecho que me hace sentirme muy a gusto este año, es que a lo largo de mi vida, siempre he acabado los cursos deseando que terminarán, necesitando un respiro, pues siempre me ahogaba en mi propio vaso de agua. Siempre me asfixiaba, me consumían los finales de curso y nunca estaba bien. Este año, me viene genial el descanso, el cambio de aires, oxigenarme y recuperar fuerzas me vendrán bien, pero no es algo que necesite, y esto creo que es una evolución. (A este tipo de cosas me refiero cuando hablo de reflexionar, de "darme cuenta".)
Por mi experiencia, cuano se hace esto, te ayuda a autocriticarte, a autovalorarte, y saber qué cosas son las que te gustan de ti, de lo que te rodea, y qué es lo que tu corazón desea cambiar. En verano, sin el "estres rutinario" de los días, creo que es el mejor momento para estar a solas con uno mismo, preguntarnos qué es lo que más queremos, que es lo que nos hace daño, etc. El silencio interior, estar a solas con nosotros mismos es importante, y yo me atrevería a decir necesario para nuestra óptima y benévola evolución como persona y como humano.
Yo, por mi condición de romántico empedernido, de chido sensiblón, me encanta darme largos paseos por la playa de noche. Reconozco que han habido momentos en mi vida en los que no han sido "paseos mentalmente sanos", pero cuando estás a gusto, y cuando estás "racionalmente preparado" para evaluarte y hablar contigo mismo, son paseos que valen su peso en oro. Mis hermanos muchas veces se meten conmigo por esos paseos, pero yo no los cambiaría por nada del mundo. Cosas de mi personalidad, cosas que he podido mejorar, las he madurado y llevado a mi convencimiento en esos paseos...
Os animo a que una vez terminado el trasiego de los exámenes, os deis un tiempo para vosotros, para estar en paz con vosotros mismos.
Un fuerte abrazo