domingo, 6 de mayo de 2007

Oración de San Francisco de Asís


Esta oración vale tanto como para cristianos como para no cristianos. Para ateos, agnosticos, budistas, islamistas, etc. Esta es una oración universal, desde mi punto de vista. Sí, claro, está hecha por un cristiano y por tanto tiene huellas cristianas y se nombra a Dios, pero el que lea sabrá qué estoy diciendo.
Es sencilla la manera de expresar algo tan bonito, pero muy difícil cumplirlo. Y esa es la oración para un cristiano. Sabiéndote humano, que vas a errar, que no eres perfecto, le pides ayuda a Dios para que te haga tener fe, dar amor, perdonar. Dar lo mejor de tí mismo, porque así es cómo se es feliz en esta vida.
Nos quejamos de la Iglesia, de ser cristiano, etc. Claro, todo es complicado. Pero muchas veces perdemos de vista lo esencial, el fundamento principal: "Amaos unos a otros como Yo os he amado" ; "Ama a tu prójimo cómo a ti mismo" (Que nadie pierda de vista el "a ti mismo"). El amor a los demás, dar lo más íntimo de ti, lo que llevas en tu corazón que es un tesoro tan valioso, compartir eso es lo que hará felices a los que te rodeen, y te hará feliz a ti.
A veces, cuando todo es nubloso, cuando todo es un mar de dudas, cuando las cosas pierden su evidencia, conviene ir a la raíz, a lo sencillamente esencial, para no perder de vista lo importante, lo valioso, lo que ensancha el corazón y dignifica la vida, el mundo y la humanidad. No creo que nada de esto sea perjudicial para ningún ser humano, y por ello me siento orgulloso de mi religión. Como dijo una vez la madre Teresa: "Amo a todas las religiones, pero estoy profundamente enamorada de la mía".
Os dejo con la oración. Un fuerte abrazo a todos.
Señor, hazme un instrumento de tu paz.
Donde haya odio, siembre yo amor;
donde haya injuria, perdón;
donde haya duda, fe;
donde haya tristeza, alegría;
donde haya desaliento, esperanza;
donde haya sombras, luz.
¡Oh, Divino Maestro!
Que no busque ser consolado sino consolar;
que no busque ser amado sino amar;
que no busque ser comprendido sino comprender;
porque dando es como recibimos;
perdonando es como Tú nos perdonas;
y muriendo en Ti, es como nacemos a la Vida Eterna.

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