miércoles, 16 de mayo de 2007

RECUERDOS


Ha sido una sensación limpia, bonita, dificil, dulce. Hoy he escuchado una canción que me ha traido muchos recuerdos. Una canción con la que me pase toda una noche de 00:00 de la noche hasta las 7:00 de la mañana despierto, llorando, lamentándome, desgarrándome por dentro. Toda una noche escuchando la misma canción, una y otra vez, y otra, y otra... Jamás volví a escuchar esa canción.

Aquella canción fue la que escuché una y otra vez el día que mi primer "verdadero amor", a mis 14 años de edad, me partió el pecho a cuchillazos. Ese día cortó conmigo, me enteré de que me había puesto los cuernos, y con el dramatismo propio de la edad, y por qué no decirlo, con el dramatismo con que suelo encarar los temas del corazón sea para bien o para mal, me derrumbé.

Infidelidad, traición, dramatismo, dolor, tristeza, nostalgía enfermiza... Fué un golpe muy duro. Yo, que a mis 14 años era todo corazón, que había dado todo por aquella muchacha, me había dado la espalda y se había llevado de pronto todos mis sueños, todas mis pasiones, mi corazón, mi vida... Aquella noche fue una noche muy, muy difícil.

Recuerdo que estaba en la playa, y a las 3:00 de la mañana un hermano mío se levantó a calmarme, a decirme que cambiara de canción (estaba a todo volumen y se escuchaba aunque tuviera cascos) y que me durmiera de una vez. ¡¡Qué vergonzosa situación!!

Hoy miro atrás y al haber escuchado de nuevo esa canción, recuerdo con nostalgía sana, con un sonrisa en la cara aquella noche. Veo un chaval de 14 años ilusionado, todo corazón, romántico, limpio, inocente, enamorado, dramático, de buen corazón y me siento orgulloso. Me siento reconfortado al ver cómo he cambiado, cómo voy creciendo, cómo voy adquiriendo herramientas, nuevas aventuras, nuevas experiencias que me reconfortan, que me ayudan a crecer, a cambiar de rumbo, a seguir mejorando y siendo mejor persona.

Hoy miro atrás, y observo que con el tiempo todo dolor amargo se ha ido endulzando, todo odio se ha ido tiñendo de amor, de aprendizaje, de aventura, de nostalgía sana. Me gusta mirar a trás y ver que a pesar de que esta vida es una vida de duros competidores, dónde hay sufrimientos, dificultades, errores, dolor, llantos... Prevalece el amor, lo bueno, lo admirable, lo que ensancha nuestros corazones y nos llevan a querer ser mejores con nostros mismos y con los demás.

Os invito hoy a que deis un repaso a vuestro pasado, y disfruteis de vuestras aventuras, de vuestras experiencias, de vuestros errores, de vuestros aciertos, de vuestros antiguos amores, de lo que fuisteis un día. Estoy casi seguro de que ahora que hay perspectiva, todo aquello que un día os hizo sufrir lo veis de manera distinta. Seguro que al repasarlo de nuevo, aprendeis algo nuevo, experimentais una nueva sensación y os ayuda a querer progresar, crecer y ser mejores personas.

Hoy doy las gracias publicamente a aquel amor que tanto me hizo aprender, que tanta experiencia me dió, que me hizo saber cuán caballero podía llegar a ser. Creo que mi forma de ser con las mujeres hoy día, en parte, es gracias a aquella relación que me dejó cumplir muchas locuras que se hacen por amor, y que quizás con el paso de los años no nos atrevemos por miedo... ¿a qué? O quizás no sea así, pues el amor, lo puede todo.



1 comentario:

HS dijo...

Hurgar en el pasado nunca ha sido agradable. Pero aunque la tarea sea costosa, resulta imprescindible para sentar una base firme que nos conduzca hacia el futuro. Poder darse la vuelta y mirar nuestros actos pasados con orgullo, nostalgia y felicidad es la clave para sentirse “equilibrado” emocionalmente. Requiere un trabajo interno penoso, pues no todas las brechas están cicatrizadas. Dicen que el tiempo lo cura todo. En cierto modo es verdad, pero huir del pasado no sirve de nada porque tarde o temprano vuelve a aparecer. Aceptarlo es fundamental, pues todo lo que nos ocurre configura nuestra personalidad actual y, por consiguiente, nos lleva a nuestra propia aceptación. Hay que vivir el momento presente, sin olvidar el pasado, teniendo en cuenta el futuro. Dicho así, suena bastante sencillo. Sin embargo, muchas veces no vivimos en el tiempo adecuado.

El tema de las relaciones amorosas es uno de los más complicados y difíciles de superar. Ante todo porque nos ENTREGAMOS a otra persona. La palabra entregar significa mucho para mí. De hecho, no podría definir el amor sin mencionar ese término. Quizás pueda parecer extremista, pero como en otras muchas cosas, o lo doy todo o no doy nada. Dedico cuerpo y alma al otro, doy todo lo que tengo, por eso necesito tener mucha confianza desde un principio. Esa actitud un tanto radical me ha aportado más de lo que podría haber imaginado, pero me ha hecho sufrir muchísimo también.
Una relación en particular me ha “destruido” interiormente. Me he sentido traicionada, engañada, a la vez que dependiente de ella. Perdoné y toleré muchas cosas que me fueron royendo por dentro. Su inseguridad acerca de nuestra relación se vio reflejada en mí hasta el punto en que ya no sabía quién era. La separación fue muy dura, ni siquiera fue decisión mía. Me vi sola, muy sola. No podía ni contar conmigo misma porque para mí ya no existía. Me había amoldado a algo que no me correspondía y ya no sabía lo que era antes de esa relación. El camino ha sido muy duro, pero ahora, después de unos cuantos meses, sé que ya no soy la misma. Decidí abrirme en vez de encerrarme en la amargura, removiendo el pasado incansablemente. Sabía que la situación no iba a cambiar y que no podía depender de otra persona para ser feliz. No sé si lo he conseguido, pero lo cierto es que ahora, al igual que tú Javi, miro el pasado con nostalgia sana. Esa persona que tanto daño me hizo todavía forma parte de mi vida y sé que no quiero que salga de ella. No le guardo rencor, no me sirve de nada. Alimentaría un sentimiento negativo en mi interior que terminaría por sembrar a mi alrededor.
Mi poca experiencia me ha enseñado a vivir “con” y no “en” mi pasado, porque sin él no sería la persona que soy ahora. Cegarme sólo terminaría por perjudicarme a mí, porque al fin y al cabo me engañaría a mí misma.

No he tenido muchas relaciones, pero todas han sido intensas y me han enseñado algo más sobre lo que quería y sobre lo que no, sobre lo que podía tolerar o no. La amistad que me une ahora con ellos es muy valiosa porque sé que sólo ellos saben realmente cómo soy. Y no dejaré que nada rompa el lazo especial que me une con cada uno.
Sé que volveré a cometer los mismos errores. Sé que me dejaré engañar otra vez, que sufriré mucho, pero que ese sufrimiento me aportará algo bueno, me enseñará algo más. También sé que es así como quiero vivir: INTENSAMENTE.
“Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas… ¿Qué valdría la vida” (Jacinto Benavente)